Había una vez un joven de 15 años llamado Armando Casas, él
era tan feo pero tan feo que cuando le tiraban los perros, eran los perros de
Ixtapalapa, a él le gustaba ver Laura de todos y la Rosa de Guadalupe, veía su
horario normal y luego la repetición dos horas después, esto supuestamente
hacía de Armando alguien con modales y autoestima al “cien”. Armando era un
poco torpe para caminar y bailar, parecía que no coordinaba sus pasos, sin
embargo él tocaba la guitarra y el bajo por pura gracia de Dios ya que éstos
instrumentos necesitan mucho ritmo, algo que nuestro amigo Armando no tenía
mucho, eso sí, en las fiestas era el primero en levantarse con su típico paso
de un pie adelante y atrás, no era el mejor bailador pero lograba sacarte una
buena sonrisa. Algo que debemos reconocerle a Armando es que él vivía la vida
al máximo, disfrutaba cada momento de su vida, amaba y respetaba a sus padres,
tenía muchos amigos y convivía con ellos, aunque había algo que le aterraba...
quedarse sin internet, pero no por ser un vicioso muchos otros, sino que era el
único medio donde podía comunicarse con Estela Cuento la chica de sus sueños,
dulce, cariñosa, con unos ojos llenos de brillo, era muy inteligente y
amigable, con el simple hecho de verla sonreír te llenabas de mucha alegría, mas sin embargo no intentaban nada, por cosas
de la vida a Armando le tocó enfrentarse a los temible de los hombres que se
han enamorado por primera vez, tener un padre como el de Estela, Eloy Cuento que
era muy feo, celoso, caprichoso, domador, imponía una presencia inigualable,
era alto, hacía ejercicio, era muy fuerte y siempre tenía una cada de enojado,
¡Ah! Algo no importante pero que debo agregar es que él vendía camotes y los
padres de Armando siempre lo mandaban a comprarle y como el señor Eloy
sospechaba de la amistad de su hija y él,
siempre le hacía malas caras o lo atendía de mala gana, tan cortante,
molesto y lleno de celos y rabia, esto disgustaba mucho a Armando hasta que un
día él se acercó a Estela y le dijo – Tu papá no me quiere, me hace muchas
caras malas, no creo que pueda aguantar más, debes hablar con él. Ella hacía lo que podía con su padre y le
pedía con todo el corazón que lo tratara mejor al menos un buen trato cuando le
consume camote, pero era imposible, pareciera que Eloy entendía todo lo
contrario, el problema cada día era más
y más fuerte. Armando muy desilusionado pensó que lo mejor sería alejarse de
Estela, dejó de hablarle, al verla por la calle ya no le saludaba y poco a poco
nuestro amigo Armando, muy triste se alejó completamente de Estela. Unos días
después de que Armando se había alejado de Estela, Eloy su padre se acercó a
hablar con ella y le dijo – Últimamente te he visto muy seria, muy triste, ya
no sales como antes, ya no sonríes, ¿Qué ha pasado? Y Estela le contestó así –
¿No te has dado cuenta que Armando ya no ha venido a comprarte camotes?,
llorando se fue a su cuarto y se encerró. Corrieron las horas y por la tarde
Eloy se encontraba cerca de una plaza vendiendo camotes, una plaza que estaba
cerca de la casa de Armando y milagrosamente los padres de Armando lo mandaron
a comprar camotes, él sin ganas de ir, por obedecer a sus padres llegó con el
señor Eloy – Me da 3 camotes, 2 con lechera y uno con cajeta por favor, mientras
preparaba los camotes Eloy le comentó a Armando – Estela ya no es la misma y es
por tu culpa, Armando antes de contestar pensó las palabras del señor Eloy,
reflexionó su respuesta y dijo – Yo no tengo culpa de nada, fueron sus rechazos
que me hicieron alejarme, yo quiero mucho a su hija, quizá en un futuro ella y
yo pudiéramos casarnos pero por el momento somos amigos y con tiempo le pida
que sea mi novia, pero aún somos muy jóvenes para separarnos de nuestros
padres. Eloy Cuento entendió cada una de las palabras de Armando y comprendió
que sus actitudes hicieron que el muchacho se alejara de su querida Estelita,
sabiendo que para ella, Armando era una persona muy especial a la que quiere
mucho, así que Eloy tomó la valentía suficiente y las palabras necesarias para
pedirle disculpas a Armando por el mal trato que le dio sin haberlo conocido
antes, reconoció los sentimientos sinceros de nuestro buen amigo Armando y le
pidió que su relación con Estela regresara a la normalidad… En eso entró un
ligero aire sobre el cabello de Eloy y a partir de ese día el camotero Eloy
veía de buena manera a Armando… Bueno, en realidad ésta última parte no
sucedió, pero como a nuestro amigo Armando le encanta ver la Rosa de Guadalupe
decidí darle un toque especial a esta historia.
FIN
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