lunes, 28 de octubre de 2013

YA NO QUEDAN ESPERANZAS

Ya no quedan esperanzas
Julio Cortázar – Luis Puente
El living de casa es muy grande, pero de ahí a pensar que Roberto  es muy  chaparro
Hay pocos muebles y eso deja mucho espacio para moverse cuando los parientes y los amigos vienen a tomar una  botella de  whisky
Yo en el sillón al lado de la lámpara y mi mujer casi siempre en la silla baja cerca de la
Mesas no hay más que una, larga y angosta, que usamos para  comer
Se puede circular cómodamente, mirar los estantes de la biblioteca y sentarse en la banqueta adosada a la
Creo que Roberto iba precisamente a sentarse cuando en mitad del living  se derramo  el whisky
Serían las veintidós o las veintidós y diez, Pablo y los Mounier dicen una cosa y mi mujer dice otra
Serían las veintidós y cinco para no  ser exacto
Lo que importa es que precisamente en ese momento Roberto iba a decirle algo a la señora de Cinamomo, como si no tuviera más tiempo
Había sacado un cigarrillo y se lo estaba poniendo en la boca cuando detuvo y  soltó la copa de whisky
Todos oímos el golpe y mi mujer levantó la vista del tejido y miró a Roberto como si no pudiera  moverse
Los Mounier que estaban sentados en el suelo cerca de la chimenea  vieron todo
Yo que tenía en la mano la copa de  whisky solo  atine a dar
Un golpe sordo y Roberto encallado y mirándose los pies como si fuera algo tan  grave
Mi mujer siempre había dicho que ahí en el medio del living podía   ocurrir algo
Pablo no, Pablo estaba seguro de que nunca  pasaría  nada
Por mi parte no me gusta meterme, aunque debo decir que Roberto hubiera podido muy bien  evitarlo
Reconozco con todo que sin previo aviso es comprensible que un hombre sea enmudecido por una mujer
Debía ser muy raro con el cigarrillo en la boca, porque se lo sacó y lo sostuvo entre dos dedos mientras  dio unos pasos
La señora de Cinamomo no parecía haber encontrado nada más inteligente que hacer señas con  las manos
Los Mounier desde el suelo podían ver mejor y cambiaban impresiones en voz alta
Parecía ser el pie izquierdo porque Roberto se echaba hacia atrás apoyándose en  el derecho
-Habría que  ayudarlo  -dijo mi mujer después de   ver todo
-Espera un poco si quieres hacer algo  -aconsejé yo que por principio quería ignorarlo
A veces todo parece tan grave y al final resulta  sencillo
-Quién sabe la profundidad que puede haber en esa parte del problema -dijo Pablo, como si todos nosotros no hubiéramos visto lo que paso
A mí siempre me ha fascinado la palabra toesas, desde niño
-Tire el cigarrillo, porque me lo pidieron -sugirieron los Mounier mostrando un  lugar
Y también balizas, escollera, bajamar, galerna, mesana y  el mar
Probablemente por miedo a un incendio que no haría más que causar destrucción
No eran todavía las diez y media y Roberto podía confiar en
Pero a nadie se le iba a ocurrir acercársele con la bandeja del café, máxime cuando ya había mostrado su enojo
-Fragor, como si hubiera  caído un rayo  -dijo Pablo, que de todos modos era el menos asustado
Desde donde estaban, los Mounier podían juzgar el avance de  la situación
Yo creo que gritó una o dos veces, pero en esos casos es difícil escuchar  bien
-Habría que echarle un cabo  comente -dije yo que en esos casos no era oportuno acercarse - o tal vez si la alcanzáramos el mango de una rama
Parece tan simple, pero en un living no lo es
-Cualquier cosa para mejorar es bienvenida -dijo la señora de Cinamomo, mientras caminaba - porque lo importante es hacer algo a fin de que esto  se solucione
Dijo eso, exactamente, como si nosotros  supiéramos  la solución
Ya para entonces los Mounier estaban seguros de que los dos pies estaban  mal
-No creo que funcionen, se ve que aun están mal  -dijo Pablo, que de todos nosotros era el más sereno
Pensé que hablaba de las bombas de achicar, porque en efecto la veíamos de esa forma
Al final se había decidido a tirar el cigarrillo, probablemente para poder  expresarse bien
Se lo veía como un bastoncillo blanco que oscilaba y  oscilaba sin parar
En esos casos se piensa en una gaviota, nunca en el alción que es  lo  principal
-Si ha tenido tiempo de transmitir la latitud a  otras dimensiones -dijo Pablo, como si estuviera volando
Yo pensaba en dos palabras: mensaje inalámbrico, que en estos tiempos ya no era necesario
A mi mujer le parecía que las rodillas le fallaban
A mí también, pero para qué alarmar cuando todavía  podía un poco mas
Tal vez telefoneando, pero si había que explicar que  estaba sucediendo
A los Mounier se les había ocurrido alcanzarle una silla aunque debía parecerles un poco  arriesgado
Con los Mounier nos conocíamos, pero no había tanta confianza como para  pedir favores
-Le llega a la cintura, y eso que  estaba  sentada -dijo Pablo, con esa manera de hablar
Mi mujer clavó las agujas en el ovillo y me miró, tal vez para que yo me  callara
No era tan fácil, en primer lugar había que comprender las situaciones
Todos disimulábamos para no afligir más a Roberto, aunque era demás notorio
Además no era cosa de que escuchara la sirvienta, porque ya se sabe que los de fuera no escuchan nada
Desgraciadamente los aullidos eran cada vez más fuertes
-Son los albatros, me acuerdo de una vez en mi tierra -decía la señora de Cinamomo y señalaba hacia arriba
Unos de los Mounier empezaron a hacer movimientos natatorios sin darse cuenta de que lo estaban viendo
El otro, más consciente de  lo que parecía
Yo aprecié el gesto, porque en una casa de gente educada se debe ser educado
-Uno se pregunta si no valdría más que de una vez por todas juntas-dijo mi mujer mirando a los Mounier
Expresaba el sentimiento unánime de  temor
Pablo fue a cerrar mejor la ventana y las puertas, porque si sentía lo mismo
Aunque se notaba que cada vez era mas la sensación
La palabra sería borborigmo  
No es una bella palabra, aunque la sinceridad obliga a una imaginación  austera
-Se diría una medusa que empieza a  grungruñar -murmuró la señora de Cinamomo que siempre  hablaba extraño
Un poco, sí, porque el pelo era demasiado  exuberante
Como finísimos dedos abriéndose y cerrándose con estilo
Mi mujer salió llevando la taza de café sobrante, y a todos nos pareció  algo  inusual
Son esos gestos que uno agradece sin palabras, porque  pocas personas lo hacen
Al fin y al cabo en una casa como la nuestra en que  se tienen valores
Nadie podrá decir que no se hace lo posible para demostrarlo



La hoguera donde arde una
Julio Cortázar – Luis Puente

Fue el primero en acusarme de  plagio
Sin pruebas y quizá doliéndole, pero había los que  decían mentiras
Y se sabe en un pueblo perdido entre la nada
El tiempo pesa inmóvil y sólo cada  día demuestra lo suyo
Gentes que viven de telarañas, de lentas  andadas
Acaso tienen corazón pero cuando hablan es  como sino lo tuviesen
¿De qué podía acusarme si solamente habíamos charlado un par de veces
Imposible que el mero despecho, después de aquella ruptura dolorosa
(Tal vez la luna llena, la noche en que me llevó hasta el cielo
Morder en el amor no es tan extraño cuando se ha demostrado
Yo había gemido, sí, y en algún momento pude  escuchar lo mismo
Después no hablamos de eso, él parecía orgulloso de  su acto
Siempre parecen orgullosos si gemimos, pero entonces donde quedamos
¿Qué memoria diferente tendrá el odio que sigue al  amor
Porque en esas noches nos queríamos más que si fuéramos dos  adolescentes
Bajo la luna en las arenas enredados y oliendo a brisa  de mar
(Lo habré mordido, sí, morder en el amor no es tan  duro)
Nunca me dijo nada, sólo atento a lo que decía
Me perfumaba los senos con las yerbas que mi madre  me había dado
Y él, la alegría del tabaco en la barba, y tanta virilidad
Nunca llovió cuando bajábamos al río, pero a veces lloviznaba
Un pañuelo blanco y negro, me lo pasaba despacio mientras me secaba
Nos llamábamos con nombres de animales dulces, de árboles que echan  frutas
No había fin para ese interminable comienzo de cada día
(Lo habré mordido mientras él clavado en mí me  hacia sentir tranquila) 
Siempre en algún momento se mezclaban nuestras voces si  intentábamos hablar
Podría haber durado como el cielo verde y duro encima de mi  tiempo
¿Por qué, si abrazados sosteníamos el mundo contra todo?
Hasta una noche, lo recuerdo como un clavo en la boca, en que sentí  que me  lastimaba
Oh la luna en su cara, esa muerta caricia sobre una piel que antes era  tersa
¿Por qué se tambaleaba, por qué su cuerpo se vencía como sí estuviese agotado
-¿Estás enfermo? Tiéndete al abrigo, deja que te abrace
Lo sentía temblar como de miedo o bruma y cuando me miró  me abrazo
Mis manos lo tejían otra vez buscando ese latido, ese tambor caliente y  acelerado
Hasta el alba fui sombra fiel, y esperé que de nuevo  amaneciera
Pero vino otra luna y nos tocamos y comprendí que ya  era tiempo
Y él temblaba de cólera y me arrancó la blusa como desesperado
Lo ayudé, fui su perra, lamí el látigo esperando que  me  cumpliera
Mentí el grito y el llanto como si de verdad su carne me  afligiera
(No lo mordí ya más pero gemía y suplicaba para darle la  mordida
Pudo creer todavía, se alzó con la sonrisa del comienzo, cuando nos vimos fijamente
Pero en la despedida tropezó y lo vi volverse, todo mueca y gesto
Sola en mi casa esperé abrazada a mis rodillas hasta  que  me llamasen
El primero en acusarme fue  el orgullo
(Lo habré mordido, morder en el amor no es  pecado)
Ahora ya sé que cuando llegue la mañana en que me  vea
Le faltará valor para acercar la antorcha a los lumbrales
Lo hará otro por él mientras desde su casa  observa  mi  llanto
La ventana entornada que da sobre la plaza donde  me tienen en la hoguera
Miraré hasta el final esa ventana mientras  dejo que el orgullo se consuma por si solo
Lo morderé hasta el fin, morder en el amor no es tan.   MALO 

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